miércoles, septiembre 04, 2013

El primer paso hacia la utopía. (En qué creemos) -- Texto Argumentativo

En qué creen los que no creen es un título mentiroso, ya que en ningún momento de todas las cartas epistolares enviadas entre el reconocido semiótico Umberto Eco, y Cardenal Milanés, Carlo María Martini, se busca comprender en qué creen los que no creen. Hay sí, una necesidad extrema de encontrar puntos en común de las creencias del mundo occidental, ya sean las laicas o las religiosas.
Como bien sabemos, el mundo occidental, ha sido educado bajo una estricta religiosidad católica de la cual ni el más agnóstico de este hemisferio puede, si quiera, creer ignorarla.
Este libro (que comienza con el representante laico) basa su primera cuestión a un  hombre de la iglesia sobre si existe o no la esperanza en el hombre luego de hablar del apocalipsis según San Juan. Por supuesto entonces, que en qué creen los que no creen, termina siendo un diálogo entre eruditos con postulados históricos, religiosos y filosóficos sobre el “pathos”* de la humanidad.
Se logra intuir acorde van pasando las misivas entre uno y otro, que es la misma revista Liberal la que va nominando y volviendo “tendenciosa” la conversación entre ambos, aunque si bien, tanto Eco como Martini, marcan una diferencia entre creyentes y no creyentes, instaurada por Eco en su primera pregunta, al final de las cuentas logra que todo termina siendo otro Ciencia vs religión en donde esta vez, Bertrand Russel no tuvo nada que ver.
La polémica se desata cuando Martini cuestiona sobre si es posible la ética si no se cree en algo superior, perfecto y divino, lo que termina desatando una exageración de respuestas y ataques hacia la iglesia católica, por su historia de ética ambivalente, por ser perseguida y persecutora, por ser causa y consecuencia de distintos tipos de atropellos morales, sociales y culturales a la vez que su fin, ha sido siempre, el amor. Cuestión en la que hace hincapié el político Claudio Martelli, quien en una verborragia política y cultural demuestra la importancia histórica para los libros y para el alma que tuvo esta religión, la cual se equivocó en más de una oportunidad y la cual acertó, en tantas otras.
Si bien el libro culmina con una misiva del Cardenal escrita en marzo de 1996, en donde aclara ciertos puntos que habían generado ciertas incertezas de lo planteado en su última misiva. En esta, aclara que su intención era simplemente entender como el laico sustenta sus principios morales.
Entre el semiótico y el Cardenal hubo preguntas que si bien parecen trilladas y repetidas a lo largo de la historia, aún hoy, siguen siendo parte de la conmoción, que según Jaspers, es fuente de la filosofía.
A fin de hallar una respuesta, me detendré en la carta primera del diálogo, donde Eco pregunta: ¿Existe una noción de esperanza (y de propia responsabilidad en relación al mañana) que pueda ser común a creyentes y a no creyentes? ¿En qué puede basarse todavía? ¿Qué función crítica puede adoptar una reflexión sobre el fin que no implique desinterés por el futuro, sino juicio constante a los errores del pasado?*1. Para el hombre anterior a la filosofía, aquel que vivía alrededor del mito, la Esperanza era uno de los males que Zeus tenía encerrados y ocultos dentro de una caja*2. Pandora, la primera mujer creada por esta deidad, sintió curiosidad por saber que había escondido allí dentro, la destapó, y todos los males que esta contenía escaparon, a excepción de la esperanza, que se quedó adentro.
Fuera del mito, la esperanza surge en el momento aciago del hombre, en el momento en que la confusión, el desmán, la nada misma se presenta ante él. ¿Qué le queda al hombre si no es la necesidad de creer que hay algo más allá de este momento en el que todo lo que siente es una oscura sensación de vacío, pérdida y oscuridad?
Jaspers aseguraba que la filosofía busca y muestra en esta honda conmoción una meta donde ir, meta que hace posible dejar detrás cualquier turbación*3 (claro que también aclara que para que exista la filosofía es condición que existan también el asombro y la duda).
¿Puede acaso la esperanza cohabitar en una misma pregunta en donde se la relaciona con la responsabilidad de construir un mañana? ¿Acaso no es la esperanza un laissez faire*4 en el que uno no interviene y por lo tanto no tiene culpa, ni responsabilidad alguna? ¿Puede acaso la esperanza, que es un mal que cohabita entre la conmoción de todos los mortales, dividir y elegir entre “creyentes” y “no creyentes”? ¿Por qué creerá el semiótico que la esperanza es motivada por algo extraño al hombre (como la creencia o no en Dios), y no motivada por el mismo hombre que es quien la crea para escapar de su momento de conmoción?
Esta cuestión de si existe una esperanza en común entre seres, me hace recordar al banquete de Platón, especialmente a la conversación entre Diotima y Sócrates sobre si aquello que no es feo, necesariamente debe ser bello, o que quien no es ignorante, ha de ser sabio. Diotima aseguró a Sócrates que sí existe el intermedio, el gris, cosa que aquí, en este epistolar diálogo, falta.
En este juego de extremos (con los que juegan los que “creen”), pareciera que quisieran hacer ver a los que no creen, que están equivocados.*5
Este punto de partida ha sido el utilizado por la iglesia desde sus comienzos para confirmar la existencia de Dios justificando a Dios en sí mismo. En el siglo XI San Anselmo de Canterbury generó el postulado “Dios es aquello de lo cual algo superior no puede ser pensado”, o sea, que nada hay superior a Dios, tan solo querer pensar, imaginar, describir, algo más infinito, puro, sabio y bueno, sería duramente castigado y con suerte desterrado por la insolencia de creer en algo superior a lo supremo, negando así el “omnipanismo”*6 a algo, que cualquier ser sensato que estuviera en sus cabales, tenía la obligación de dar por sabido sin dudar; y nunca nunca, si quiera, suponer lo contrario. Algo así como el traje nuevo del rey*7. ¿Quién es tan idiota de pensar que el rey ha salido desnudo? o mejor aún, ¿quién es tan idiota de hacerle saber al soberano que ha sido engañado vilmente?
En el afán de demostrar que el rey no es un idiota, si no en cambio un ideal de “virtud sempiterna”*8 a la cual se debe aspirar, San Agustín toma ciertas ideas del antiguo pensamiento griego para transformarlas en verdadera fe. Por ejemplo “vi tus cosas invisibles por la inteligencia de las cosas creadas”*9, en esta oración, indudablemente hace alusión a aquella “esse”*10 con la que Aristóteles tiró al lodo la teoría Socrática del Fedón*11; “…Pues ¿a dónde arriba todo buen pensador sino a la verdad?...”*12, dando por sentado que es Dios la verdad. Si utilizamos entonces el pensamiento lógico*13, debemos entender que a través del buen pensamiento se llega a ese lugar mítico al que no llega el cuerpo, un Fedón no de ideas, si no de “esses*14 de virtud, bondad, unicidad, belleza y verdad, al que se llega solo a través del bien y la pureza.
En esta carrera en demostrar que una semilla existe con una rama en la mano adhiere a la retórica literaria el santo Tomás de Aquino, quien en la Suma de Teología, usando como paradigma la existencia de Dios, demuestra la existencia de Dios. Podemos encontrar en las cinco vías, frases como “…no se puede seguir así indefinidamente…”*15 o “…tampoco se puede puede prolongar indefinidamente la serie de causas eficientes…”*16, a lo que David Hume, alejado de la hoguera, diría ¿Por qué no?*17, si somos seres de costumbre, no de razón.
Es irrisorio también que Aquino culmine cada una de las cinco vías diciendo a la que todos […entienden, llaman, llamamos…] Dios. Este método, podría ser explicado desde la Alegoría de la caverna, texto donde Sócrates conversa con Glaucón, y le demuestra que la adquisición de conocimientos está siempre sujeta a factores internos y externos de cada ser. Estos factores pueden ser manejados por distintos intereses y estímulos. Aunque si bien, uno no puede cerrar los ojos ante el mundo que lo rodea, si puede interpretar el mundo que lo rodea como se lo hayan enseñado o cómo bien dice el filósofo sobre el que quiere ver la verdad “… No se trata de darle la facultad de ver, ya la tiene. Pero su órgano no está dirigido en la buena dirección, no mira hacia donde debiera: esto es lo que se debe corregir…”*18.
Según esto, entonces, los “creyentes” creen en algo bueno, que aprendieron porque les fue impuesto pues sus creencias fueron corregidas en la buena dirección para que se crea en lo que se debe creer. A su vez los no creyentes, son hombres insensatos, que se creen superiores a Dios, sitos en una oscuridad finita donde solo pueden ver aquello que la tenue luz de una vela les permite ver*19 a sus necios ojos.     
Llegando aquí, ya deberíamos entender, que la esperanza ha de ser un menester pura y exclusivamente del “no creyente”, ya que para el “creyente” la esperanza, no debería existir, pues el “creyente” cree en lo bueno, y como dijimos, la esperanza es uno de los males que afligen a nuestra sociedad.
Entonces se hace indudable que la esperanza existe para los “no creyentes”, pero si existe… ¿se puede entonces no creer en ella? ¿El no creer en algo que existe, vuelve al hombre “no creyente”?
Uno de los motivos por los cuales creer es conmoción para el hombre, se da por problemas comunes que no se pueden solucionar aplicando el sentido común, por ejemplo según Jenófanes, poeta presocrático: “…si los bueyes, los caballos, y los leones tuviesen manos con que poder pintar y esculpir como lo hacen los hombres, entonces los caballos pintarían a sus dioses como caballos, los bueyes como bueyes; todos se conformarían. Los cuerpos de los dioses a imagen y semejanza de los suyos propios…”*20, el sentido común nos guiaría a pensar entonces que en el antiguo Egipto, sin duda había gente con cuerpo humano y cabeza de chacal o de cocodrilo o de gato*21, entre otros… La lógica, la costumbre*9, nos hace creer que este pensamiento es una estupidez.
Si no podemos confiar en el sentido común, pues como decía Descartes está tan repartido que todos los hombres creen haberlo recibido como dote.”*22, si no nos podemos basar tampoco en las diferencias, pues bien claro está que creer o no creer divide a la humanidad;  es menester entonces basarnos en hallar la “verdad” sobre en qué creen, los que creen.
Como ya todos sabemos el sentido común, liso y llano, no nos servirá para llegar a la “verdad”, pero… ¿Qué es la verdad? ¿La verdad es aquella que los Dioses a través de fantásticas épicas y tragedias nos legaban enseñándonos ética y moral? ¿Es la verdad aquel Fedón? ¿Es la “esse” la verdad? ¿Dios es la verdad? ¿Ser independiente a cualquier organización o confesión religiosa es la verdad? ¿Puedes determinar quién eres en un laberinto de espejos, cuando realmente no sabes de qué lado del espejo estás?  
Según Friederich Nietzsche “Creemos en nuestra creencia hasta el punto de que, por causa de ella, nos imaginamos de buena gana la «verdad», la «realidad», la «sustancialidad».”*23, todo aquello que creemos es una ficción, todo aquello que nos rodea es una ficción, nosotros mismos somos una ficción. En el entramado de las distintas nociones que nos confirman, somos a través de los otros (y de nosotros mismos) no más que una noción que a sí misma se da identidad y existencia.  Reformulando entonces la pregunta ¿Puedes delimitar tu realidad como una verdad en un laberinto de realidades que tienen la misma pretensión de verdad?
Ya todos nos damos cuenta que de nada sirve buscar una verdad, pues esta depende pura y exclusivamente de nuestra creencia. Todos creemos en una “verdad” según quien la crea… entonces, todos somos “creyentes”, siguiendo esta lógica, solo un necio (o bien alguien que busque sacar un provecho), negaría la comunión del pensamiento (propio de la humanidad) del creer como inexistente.
Pero entonces… ¿en qué creemos? ¿Hay algo en común que una el mito, la duda, la idea, la belleza, el bien, la esencia, Dios, Yo, y la ficción?*24
Esta idea de buscar “verdad” volvió loco al bueno de Nietzche sin darse cuenta que en sus propias palabras estaba su salvación. En su escrito titulado “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, podemos encontrar a un hombre decidido que está ficción es creada por nosotros mismos: “El hombre, ese animal inteligente que inventó el lenguaje y el conocimiento constituye, en la naturaleza, “una excepción lamentable, vaga, fugitiva, inútil y arbitraria”*25. A través de la “palabra dativa de sentido*26, y toda la arbitrariedad que esto implica, generamos un concepto sobre una esencia la cual, una vez corporizada, pierde toda su “pureza”, pues pasa a ser un mero punto de vista… pero, es ese mero punto de vista la verdad subyacente al pensamiento. Esa descripción que logramos de este todo (o esta nada) que nos rodea, nos conforma, nos confirma y que somos; que no es más que una percepción, se transforma en “la verdad” no solo para y en nuestro pensamiento, sino que también, en el pensamiento de los otros.  
Pensamiento (nuestro o ajeno) del que a priori se desconfía por no estar completamente seguros, si este no es más que un producto de nuestra realidad, de nuestra necedad o de nuestra necesidad.
Comenzamos a creer en nuestro pensamiento cuando podemos organizarlo de manera lógica, estructurada y entendible. Y la única forma de poder lograr esta organización dentro de este Fedón de impulsos eléctricos, de este caos que se disuelve entre ideas, esencias y percepciones; es a través del lenguaje.
Todos estos grandes filósofos creyeron lo que decían, creyeron lo que pensaban, creyeron nada más que en sus palabras.
Si Nietzsche hubiera creído en sus propias palabras, se podría haber dado cuenta que lo que él decía tampoco era verdad y podría haber evitado esa conmoción Jasperiana que lo hundió en la locura, mismo, si Descartes hubiese prestado atención más a sus sentidos, hubiese pensado, y para sus visitas nocturnas al palacio real se hubiese puesto más abrigo.*27
Creemos en nuestro pensamiento siempre que haya otro que confirme nuestro pensar o que al negarlo, lo reafirme ¿o acaso usted, si es que está en su sano juicio, puede negar la razón y enfrentar y contender con otro, que dice lo que usted piensa?
Para que nuestro pensamiento exista, necesitamos si o si del lenguaje, de la lengua, la palabra, que es la única que puede describir nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, que nos alejan o acercan a los otros que nos confirman como seres que buscan sus iguales en un mar de distintos… con esto respondo: No existe una esperanza, existe la palabra, única posibilidad del siendo*28 creyente*29, ya que a través de esta se aprende, practica y logra la tolerancia de los distintos, que es el primer paso para llegar a un futuro de equilibrio, paz y  armonía…    


* Pathos: Se puede definir como: «todo lo que se siente o experimenta: estado del alma, tristeza, pasión, padecimiento, enfermedad». Concepto ético referido a todo lo recibido por la persona, biológica y culturalmente. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Pathos
*1 Cita textual de la carta de Umberto Eco: “La obsesión laica por un nuevo Apocalipsis”, página 6  de ¿En que creen los que no creen? De Umberto Eco, Carlo Maria Martini (Arzobispo de Milán), Con la intervención de Emanuele Severino, Manlio Sgalambro, Eugenio Scalfari, Indro Montanelli, Vittorio Foa, Claudio Martelli. © 1996, Atlantide Editoriale S. p. A.
*2 Se hace referencia al mito de la caja (o jarra) de Pandora
http://es.wikipedia.org/wiki/Caja_de_Pandora
*3 Karl Jaspers; La filosofía, Fondo de Cultura Económica, Bs as, 1083, Cap II, pp 15-23
*4 La frase laissez faire, laissez passer es una expresión 
francesa que significa «dejad hacer, dejad pasar» Fue usada por primera vez por Jean-Claude Marie Vicent de Gournay,fisiócrata del siglo XVIII, contra el intervencionismo del gobierno en la economía. De forma completa, la frase es: Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même; «Dejad hacer, dejad pasar, el mundo va solo». Fuente:  http://es.wikipedia.org/wiki/Laissez_faire
*5 Se hace referencia a la carta escrita por Vittorio Foa, Cómo vivo en este mundo, febrero de 1996, página 36 de ¿En que creen los que no creen? De Umberto Eco, Carlo Maria Martini (Arzobispo de Milán), Con la intervención de Emanuele Severino, Manlio Sgalambro, Eugenio Scalfari, Indro Montanelli, Vittorio Foa, Claudio Martelli. © 1996, Atlantide Editoriale S. p. A.
*6 Se hace referencia a la teoría de un Dios que  es capaz de todo y todo lo puede.
*7 Se hace referencia al cuento Infantil: El traje nuevo del rey, de Andersen
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/trajenue.htm
*8 Se cita a San Agustín, en el libro VII, capítulo XVII de Confesiones.
*9 Cita textual del libro VII, capítulo XVII de Confesiones, San Agustín.
*10 Esencia en griego.
*11 Fedón o Sobre el alma (en 
griego clásico, Φαίδων ἢ περὶ ψυχῆς) es un diálogo platónico que se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates, antes de ser ejecutado.Platón utiliza este cuadro para exponer sus ideas de madurez, la teoría de las Ideas, la teoría de la reminiscencia y la teoría de la metempsicosis, como elementos de una discusión sobre la inmortalidad del alma.) fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Fed%C3%B3n
*12 Frase textual extraída de: De la verdadera religión, cap 39 (en F.Canals, textos de los grandes Filósofos. Edad Media, Herder, Barcelona 1979, p18, San Agustín)
*13 Entiéndase lógico, por el estudio constante en la repetición de causa/consecuencia en el espacio/tiempo, sintetizando, la costumbre.
*14 Por la Esencia de Aristóteles la cual está compuesta por forma y materia,
*15 En la primera vía, fundada en el movimiento dice: “…Todo lo que se mueve es movido por otro.  Pero si lo que es mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste, otro. Mas no se puede seguir así indefinidamente”. Primera parte cuestión 2, a. 3, (en C.Fernández,  Los filósofos medievales. Selección de textos, 2 vols. BAC, Madrid 1980, vol II, p 484-489)
*16 En la segunda vía, fundada en la causalidad eficiente dice: “……Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de causas eficientes […]Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios…”. Primera parte cuestión 2, a. 3, (en C.Fernández,  Los filósofos medievales. Selección de textos, 2 vols. BAC, Madrid 1980, vol II, p 484-489)
*17 Hace alusión a la frase de David Hume, en su Compendio de un tratado de la naturaleza humana (revista Teorema, Valencia 1977, p16) “No es, por lo tanto, la razón la que es la guía de la vida, sino la costumbre. Ella sola determina a la mente, en toda instancia, a suponer que el futuro es conformable al pasado. Por fácil que esto pueda parecer, la razón nunca sería capaz, ni en toda la eternidad, de llevarlo a cabo…”
*18 Cita textual de la Alegoría de la caverna, Platón; República VII, 514ª_517c y 518b_d (R.VERNEAUX, Textos de los grandes Filósofos. Edad Antigüa, Herder, Barcelona, 1982, p.26-30)
*19 Alusión a la Alegoría de la caverna, Platón; República VII, 514ª_517c y 518b_d (R.VERNEAUX, Textos de los grandes Filósofos. Edad Antigüa, Herder, Barcelona, 1982, p.26-30)
*20 Cita Textual extraída del Conocimiento Objetivo, de Karlo Popper, Tecnos Madrid 1992, 4ª p 312-314.
*21 Cita a los Dioses Egipcios Anubis, Sobek, Bastet, respectivamente
*22 Cita textual de la opinión de Claudio Martelli sobre la carta de Martini, “El credo laico del humanismo Cristiano” del libro En qué creen los que no creen,  página 38.
*23 Cita textual de  Nietzsche, F extraída de: Nachgelassene Fragmente; Colli u. Montinari, 1980, XII, p.465.
*24 Breve resumen de los paradigmas filosóficos que se fueron dando a través de la Historia (Presocráticos, Sócrates, Aristóteles, Santo Tomé, San Agustín, Descartes, Nietzsche, entre otros…)
*25 Cita textual del artículo Lenguaje y educación, escrito por Jorge Larrosa para el N 16 de la revista Brasilera de Eduación en el que entre otras cosas se refiere a Nietzsche en: Lenguaje, conocimiento y moral: Nietzsche. Página 72
*26 Sa hace alusión a que la palabra no significa nada en sí mismo, sino más bien que es dadora de significación, artículo Lenguaje y educación, escrito por Jorge Larrosa para el N 16 de la revista Brasilera de Eduación
*27 Descartes muere de una neumonía debido al frío que tomaba yendo al palacio real para platicar de Filosofía con la reina Cristina de Suecia. También se cree que fue envenenado. Fuente: Gerardo Wehinger.
*28 Se hace alusión al ser que planteaba el presocrático Parménides, quien no piensa en el ser como un ente, el ente es la cosificación del ser, el ente es no ser, no es. En cambio el siendo, es el ser, es uno eterno y perfecto, es. No se llega a la verdad a través de la razón.
*29 No existe ser que siendo no crea, pues todos creemos, todos somos creyentes.


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