sábado, febrero 28, 2009

Irrupción -- Poesía

En la eternidad del silencio
donde la fragilidad de la ociosa palabra
quiebra los muros yertos
del estoico y férreo momento

un blando monosílabo
es capaz de romper el alma
de quien desde lo etéreo
se siente amo del tiempo.

Son los actos del verbo,
del suspiro inconsciente,
del corazón que insistente,
cree y puede lograrlo todo...

¡Oh tediosa vanidad,
no atormentes mi intelecto!

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