viernes, octubre 03, 2008

Hermoso Dúo -- Poesía

Me quedé sentado anodado por sus curvas
tan finas, delicadas y elegantes
que me sacaban todo el aire
tan sinuosas, suaves y perfectas
que mis manos querían tenerla
acariciarla, recorrer su fino y largo cuello
hacerla estremecer hasta que me cante
al oído, despacito, las historias más bellas
llenas de amor, dulzura y locura
llenas de heroísmo y de tristeza
plenas de pasión y felicidad

Quería acostarla sobre mis piernas
abrazarla con mis dos brazos
acaricarla con mis manos
y sentirla tan perfecta como se veía
tan linda como se sentía
estremecernos uno con otro
y al vibrar hacer sonar la magia
que esconde en su fértil vientre
quería tenerla, compartirme con ella
que me conozca, conocerla
y componer la canción más linda
y que la vida sonría mientras
se fusionan nuestras almas
y por todos lados se desparraman
y ningún rincón queda silente
solitario, abandonado.

No lo pensé más
me puse de pie y fui hacia ella
mis dedos la recorrieron
y ella temblaba con ansiedad extrema
me necesitaba y yo también la necesitaba
la tomé entre mis brazos
y la pasión que nublaba nuestras mentes
nos obligó a caer sentados en una silla
ella cayó sobre mis piernas
tal cual como yo quería tenerla
la diestra acarició su cuello
y con la izquierda, a su vientre hice cosquillas
puse mis dedos en los lugares correctos
y la música comenzó a manar de nuestros cuerpos
se desparramaron nuestras almas
desde la obstetricia al cementerio
los niños crecerían felices
y de sus tumbas, a bailar, salían los muertos.

Fue tan hermoso y mágico el momento
que perdí el sentido del tiempo

Estábamos fundidos en el espacio
nada existía más allá de lo que tocaban mis manos
y el sonido, embelesador de fealdades
y pacificador de las fieras más salvajes,
volaba por los aires recorriendo el mundo
y no dejó rincón sin recorrer,
sin lamer con nuestro son
las heridas de cada uno.

Llegó al fin el momento cumbre
de la dominante hacia la tónica
que en una estruendosa redonda
mostró el final de tal tonada
abrí mis ojos, extasiados y mareados
por tanto amor compartido
no se escuchaba ni un sonido
y al levantar mis ojos llenos
de lágrimas y sentimientos
vi sonrisas, también lágrimas
en cada ojo ajeno
y de la nada mil y un palmas
con el alma plena aplaudieron
sentí un poco de vergüenza
aunque era halagüeño
pero quien merecía tan hermoso premio
no era otra que la guitarra
que brillaba por si misma
y a quien la tocará
le transmitía su dulce magia.

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