lunes, junio 09, 2008

El desalmado caso de Jonathan Sinclair -- Cuento

En una increíble proeza de equilibrio, el gato se deslizaba sigiloso por el filo de la repisa donde la cristalería ni siquiera se movía ante cada paso que el felino daba. Miraba fijamente con sus ojos verde amarillentos, a los ojos de Sinclair que en silencio y casi petrificado no sacaba su mirada de encima del niño que a su vez miraba por la ventana. Mudo. Sordo. Respirando apenas. Quieto como una tierna estatua de madera con la mirada vacía escapada en algún algo, tal vez allá afuera; con sus labios rojos, su tez pálida y sin vida.
La madre entró a la sala con una bandeja y tres tazas, dos de café calentito, una de cacao. Le pone azúcar inspector? No, gracias, negro y amargo está bien, tomó un sorbo, desde hace cuánto que está así? Así así como lo ve ahora, un poco menos de tres días, pero empezó a estar raro tiempo después de su cumpleaños. Cerca antes o cerca después?. Cerca después, casi un mes y medio después que volvimos de viaje realmente. Interesante... a dónde fue que viajaron? Poca cosa, queríamos unas vacaciones en algunas islas donde el agua estuviera calentita y las playas fueran hermosas... Ese fue el regalo de cumpleaños? No, válgame Dios... regalarle a un niño vacaciones es lo mismo que no regalarle nada, coincidió justo allí que fue su cumpleaños y entonces le regalamos una mascota y salimos a comer afuera. Una Mascota? Si... Aquel gato? Ojalá, ni me hable, fue tremendo... Qué pasó? Ese gato nos quitó canas verdes, al volver con él, la aduana nos hizo un lío que Dios nos libre... después de no sé cuanto control sanitario con análisis de sangre, orina, materia fecal, y más de cuarenta días en observación veterinaria, al fin, nos dejaron entrar al gato al país. súmele a esto la cantidad de dinero en multas y bla bla bla que hemos tenido que pagar y la desesperanza del niño por no tener su regalo de cumpleaños. Pero usted me dice que ese no es el gato. No, que va, el muy podrido se murió a la semana que lo trajimos a casa... quisimos hacer una denuncia contra la aduana, creímos que allí se había pescado algo, pero ellos demostraron que todo estaba perfecto cuando el gato salió de ahí. Sin estar conformes llevamos al gato a un veterinario para que le hiciera una autopsia y no encontró nada, le pagamos el doble para que vuelva a buscar cualquier cosa que fuera posible que haya matado al pobre animal y a pesar de ocupar el doble de tiempo y gente, siguió sin encontrar nada, le pagamos el triple y nos quedamos con él todo el tiempo mientras investigaba, trajimos químicos, biólogos, otros veterinarios y nadie nos daba causa, motivo, razón o circunstancia, ojo, eso sí... tomó ella un sorbo de café con una nube de leche y dos de azúcar... todos coincidían en algo... En qué? preguntó curiosísimo. El gato murió por razones desconocidas... supuestamente gozaba de perfecta salud, no tenía piedritas en los riñones, ni obstrucción hepática, ni alguna pulga o enfermedad en la sangre, no había parásitos en ninguno de sus órganos incluyendo el cerebro... el gato gozaba de una perfecta salud. Pero murió, interrumpió Sinclair. Vaya que murió, dijo la elegante señora sonriendo morbosa y tristemente... estaba duro como una tabla. Es común que el rigor mortis se presente un tiempo después del fenecimiento, explicó el investigador. Usted no me entendió Mr Sinclair, encontramos al gato congelado, duro, con tres patas apoyadas en los escalones de la escalera y la cuarta pata en el aire, sin tocar siquiera el próximo escalón. parecía una bella estatua de caoba, negra como el ópalo y de escultural figura. Parecía disecado? preguntó Sinclair. No no no, parecía una estatua, su pelaje estaba tieso y duro como las púas de un erizo de mar... Y quién encontró al gato en ese estado? Bueno... suspiró angustiada, justamente en un principio creíamos que ese era el problema, quien lo encontró fue Benjamín, él adoraba a ese gatito, allá en la playa jugaban juntos en la arena, corrían por la selva, parecía una película de esas en que los animales son tan parecidos a los humanos que sorprenden! así eran ellos, inseparables. viera en el aeropuerto como lloraba Benji cuando lo separaron de su mascota amiga, los cuarenta días que el bicho estuvo fuera de casa no había nada que lo consolara. él adoró a ese gato... por eso fue que dejamos entrar a este. Dejó escapar de sus labios un suspiro, con sus dos manos apoyadas, ya pasivas, sobre su falda, como orando, una junto a otra. Las tazas de café yacían sobre la mesa ratona de la sala y el cacao calentito ya tibio, apenas humeaba frente a Benjamín que seguía tieso mirando por la ventana hacia el incierto afuera. El cielo se iba cubriendo de nubarrones negros y amenazantes que tronaban con ínfulas de violenta tormenta. Se está poniendo feo, dijo la madre. Dos dudas, una es cómo fue eso que lo dejaron entrar y la otra por qué en un principio creían... ahora que creen? De qué me habla? preguntó la madre distraída abstraída en la imagen recortada de la figura de su hijo estatua con el marco tormentoso que allá afuera se acercaba. Usted dijo hace un ratito no más que su hijo adoró tanto al gatito que murió y por eso... Ah... de eso hablaba, si disculpe estaba distraída, interrumpió ella, este gato apareció de la nada justo un día después que Benji encontrara al otro tieso como estatua... qué grito que pegó, se desplomó al verlo. con mi marido salimos corriendo del cuarto al escucharlo gritar, pensamos lo peor, sobre todo porque después del grito se escuchó el cuerpo rodando escalera abajo. los ruidos eran como de costal de papas cayendo y rebotando en cada escalón que golpeaba y sinceramente pensamos lo peor. cuando llegamos a la parte superior de la escalera y los vimos a Benji desparramado en el piso, destartalado, yo me puse a llorar como una loca y mi marido bajó como alma que llevaba el demonio de a cinco o seis peldaños, sintió su respiración escuchó su corazón y con los ojos desorbitados me miró y me gritó, Está vivo Teresa, Está vivo!! dejé de llorar al instante y bajé pasando por al lado de esa horrenda y mórbida figura que el gato mostraba, que el gato era. daba pánico verlo así, con los ojos sin vida que parecían de vidrio, la boca abierta como maullando, como si fuera una foto sacada en el momento justo, el gato había quedado suspendido en el tiempo. cuando llegué hasta Benjamín lo quise abrazar, pero Ernesto no me dejó, me dijo que moverlo era peligroso que llamemos a la ambulancia y que vengan volando. llegaron al poco rato, Benjamín se había despertado del golpe mientras esperábamos, puede creer que se puso de pie? no parecía sufrir lesión alguna después de semejante caída, ni sangre tenía. nos abalanzamos sobre él y lo llenamos de besos y caricias, estás bien? estás bien? y él decía mi amigo el gato me salvó. estaba en shock, tenía algo raro en la mirada, lo llevamos volando al hospital le hicimos todo tipo de estudios y placas y no mostraba tener lesión alguna, si quiera sangrados internos. el doctor estaba sorprendido, le dijo tenés mucha suerte campeón, casi te matás, agradecele a Dios... y al gato! exclamó feliz Benjamín, si mi amor, le dijo el doctor dulcemente al gato también agradecele. pero más a Dios. cuando volvíamos a casa Benjamín venía re charleta, hablaba y hablaba todo el tiempo del gato como lo había salvado y de lo maravilloso que era y bla bla bla, con mi marido nos mirábamos espantados, no podíamos creer que Benjamín estuviera tan contento con el gato muerto... al día siguiente apenas llegamos del hospital y pusimos la llave dentro de la cerradura de la puerta, desde el interior de la casa comenzamos a escuchar el maullar desconsolado de un gato, al entrar, Benjamín lo abrazó como de costumbre... pero no era el mismo gato Sinclair, creímos que si, pero no era el mismo gato. al llegar al pie de la escalera vimos que sobre la misma el otro gato seguía tieso como estatua, pero Benjamín no le prestó atención a ese, y subió como si nada, pasando por al lado del otro sin prestarle atención alguna. llevamos al cadáver a los veterinarios y bueh... toda la historia que ya le conté... Entiendo, dijo Sinclair, así como un nuevo amor deja en el olvido a un viejo amor, un gato saca a otro gato... es por eso que lo dejaron entrar, Sinclair se acercó al niño caminando despacio y miró hacia afuera, hacia donde el niño tenía la mirada perdida. Apenas vio la sombra del gato que salía corriendo y alzó la vista hacia el horizonte que se cubría aún más con nubes negras. Acarició la cabeza del niño que seguía tieso, quieto, mirando hacia afuera. Un rayo surcó el cielo e iluminó el pensativo rostro de Sinclair. Qué fue lo que les hizo pensar que no fue el extraño suceso del gato el que dejó en este estado catatónico a Benjamín? Su comportamiento, no más que eso, bah... también la opinión de unos psicólogos que lo vieron, y estuvieron hablando con él días después. Sabe que día es hoy? preguntó Sinclair... Viernes trece contestó ella. Sabe que hoy hay luna nueva? La verdad es que no estaba al tanto pero qué importancia tiene esto? Le cuento que usted me encontró a tiempo... ustedes son una familia religiosa? No la verdad que no... creemos en Dios pero no somos de ir a ningún templo a profesar nuestra fe. Si tienen algo de fe entonces esto será más fácil de entender, la fe abarca un espectro muy amplio, nos abre la puerta al mundo mágico, y eso nos da la posibilidad de entrar en otros tantos mundos que escapan a cualquier realidad, creemos en un Dios al que entendemos representado en todos lados, o bien en un demonio que mete su cola en los tantos traspiés que tenemos en vida, creemos en ángeles, brujas, magias negras, blancas y gemoterapia y hasta duendes. quién cree en Dios como creador de todo, no puede negar la existencia de nada que al universo conforma, mismo las cosas que confirman nuestra ignorancia... Sigo sin entender qué es lo que me quiere decir. Su hijo está poseído por un Trasgo. De qué me habla? de un demonio? Gracias a Dios no, por ahora no, el gato éste que está dando vueltas no es más que un duende metamorfo llamado Trasgo, se convierte en animales para lograr travesuras, y por ser amigo de las almas de los muertos más de una vez intercambian las almas de lugar y ponen el alma de algún siniestro muerto dentro de los cuerpos de niños pequeños. Usted me está tomando el pelo? usted no se da cuenta que estoy desesperada con mi hijo, que no hubo quién pueda explicarme lo que sucede... ya ni jugar quiere. Acaso desde hace algunas noches no escuchan desde el cuarto de Benjamín risas, conversaciones y ruidos extraños? Todo chico hace ruido cuando juega con su mascota! No Teresa, lamento contarle que no. era él trasgo haciendo sus conjuros, robándole el alma al niño, se acerca a los niños en su forma de gatuna, y silencioso mientras duermen, acerca su rostro al de la víctima, respirándole cerca de los labios, de a poco, le va absorbiendo el alma, razón por la cual, Benjamía está secándose cada vez más como una margarita sin agua, está noche le absorberá lo último que le queda y la reemplazará con la de algún muerto amigo del trasgo. Usted está loco inspector! Lamento su falta de fe Teresa, pero las cosas son como son... si quiere salvar a su niño le pido actúe rápido antes que la lluvia sea fuerte y la noche quede oscura y silenciosa por la falta de luna. Teresa titubeó, no sabía que hacer. Vamos Teresa, dijo Sinclair, a nadie le importa su falta de fe, pero su falta de acción puede que la lamente el resto de su vida. Teresa se puso de pie y con la mirada embebida en lágrimas dijo. Haré lo que me pida. Busque al gato y tráigalo urgente. Teresa corrió por la casa hasta encontrar al felino que quiso escaparse pero arrinconado por la brava mujer no tuvo otra alternativa que quedarse quiero y dejarse alzar. Teresa llevaba al gato entre los brazos y lo miraba, su corazón latía acelerado y su cabeza tenía pensamientos dispares. Era todo un disparate, el minino la miraba y le decía miau mientras se acurrucaba entre sus senos, ronroneante, entraron en la sala. Acá está el gato. Démelo, Sinclair cogió al gato con suavidad entre los brazos, vamos a la habitación del niño... usted lleve a Benajmín, yo voy detrás. Comenzaron a subir las escaleras y el gato comenzó a maullar fuertemente, sus maullidos se hicieron cada vez más agresivos y se movía como preso de ataques de rabia en las manos del Investigador que lo apretaba con fuerza, sus pequeñas uñas eran letales navajas que surcaban la piel de Sinclair abriéndole gruesas heridas por donde caía sangre, entraron en la habitación del niño, el investigador ordenó a la mujer: cierre la ventana y la puerta del cuarto, que solo el aire pueda entrar y salir. Teresa dejó a Benjamín sobre la cama y fue de una punta a la otra de la habitación cerrando todas las aberturas. Listo. Sinclair dejó escapar al gato que ya le había proporcionado montones de heridas. El gato salió corriendo buscando fuga y encontró todo cerrado por lo que se echó bajo la cama de donde sacaba la cabecita por debajo de las mantas y espiaba. Tu trasgo, deja en paz al niño... amenazaba el investigador al gato, frente a los ojos sorprendidos de la madre que veía al investigador comportarse como loco y al "duende" como gato. Usted está seguro Sinclair? le decía bajito. Vamos maldito ser, da tu horrible cara a conocer! lo señalaba enérgicamente con el índice y el gato tiraba las orejas para atrás y reculaba unos centímetros, pero la curiosidad ante tal loco lo tenía mirándolo fijamente bajo la segura protección de la cama de Benjamín. Maldito date a conocer o tomaré horrendas represalias! Teresa comenzó a reír, reír burlonamente del inspector, no podía creer que un hombre de su talla, con su historia estuviera haciendo tal ridículo. Basta Inspector, le agradezco sus esfuerzos pero será mejor que mañana a la mañana cuando la tormenta pase lleve a Benjamín a un hospital a que lo vean. Mañana será tarde! grito Sinclair eufórico y cargado de adrenalina, sal del cuerpo de ese niño maldito trasgo! Teresa reía a carcajada limpia y Benjamín aún estaba en su estado catatónico, la luz empezaba a menguar ya que el cielo cubierto dejaba pasar apenas la poca luz que traía el atardecer y se oscurecía poco a poco acorde la noche iba llegando.
El gato desde abajo de la cama miraba desafiante al investigador, quieto como una piedra parpadeando de vez en cuando, maullándole miau de cuando en vez, cosa que hacía estallar a Teresa en risas histéricas hasta quedar acostada en el piso tomándose la panza. Basta! Exclamó Sinclair, veo que tú eres un trasgo más astuto e inteligente que cualquier otro trasgo que se me haya cruzado en el camino. pues bien, no hay problema, dijo Sinclair, sabe que estás haciendo quedar en ridículo al investigador más famoso del planeta tierra, y también del mundo mágico. mi nombre es Sinclair... Jonathan Sinclair. Por primera vez el gato mostró una actitud diferente, escapó de abajo de la cama y se sentó en las piernas del niño que aún estaba quieto. Sinclair eh... maulló entonces el gato suavecito. Teresa quedó en silencio, unas lágrimas desesperadas comenzaron asustadas a escapar de sus ojos y se abalanzó sobre la pierna del investigador. Ayude a mi hijo Sinclair... salve su alma. Sinclair seguía con la vista fija en los ojos del gato que lo miraba fijamente con sus ojos verde amarillentos. Conozco historias suyas, ha condenado y ayudado a muchos en mi mundo, también en el suyo. Teresa cayó desmayada. pobre Teresa dijo el gato transformándose en duende, es tan frágil... decía con tono socarrón y falsa dulzura. al igual que su niño, le acariciaba la cabeza y le revolvía los pelos. así que me ha descubierto... otro no lo hubiera hecho, estas épocas son irrisorias, todo el mundo es creyente pero nadie cree en nada, se dio cuenta? Sinclair no sacaba los ojos de encima del trasgo que caminaba de un lado a otro de la habitación con las manos tomadas detrás de la cintura. antes, en mis doscientos años de edad, el humano era tan inocente, y esa inocencia era tan pura que nuestras cositas eran maldades buenas, pero mire a lo que llegamos Sinclair... robarle el alma a un niño... usted lo puede creer? Sí muchacho, de ustedes los trasgos cualquier cosa es posible, a pesar de ser malditos también tienen un gran corazón por los que quieren, sé el por qué hacés de lo que estás haciendo, pero no es la respuesta. JA! exclamó el trasgo enérgico, ahora resulta que sabes porque hago lo que hago... pues bien señor inteligente, eso no tiene ninguna importancia porque el tiempo se está acabando y dentro de poco el hechizo estará culminado. Sinclair sonrió, mirando al niño con los ojos llenos de ternura y a Teresa aún desvanecida en el piso. Si, pero ya sé quien eres, tu eres Benzajel, el trasgo enamorado. sé de tus historias con las humanas, de hecho sé que esto que estás haciendo ahora es solo por amor. estás tratando de resucitar a la bella Sarina muerta en tus brazos en medio de una lid entre borrachos, su alma confinada al infierno logro escapar de la constante guardia de cancerbero y buscó por todos los bosques hasta encontrarte en un bosque selvático en Oceanía, cerca de Australia, donde crece la Acacia negra, planta con una flor con poderes tan oscuros y macabros que solo un trasgo como tu podría usar. seguro usas un preparado de la corteza del tronco junto a los pistilos de las flores y con ello dominás los cuerpos petrificándolos de a poco, y para que no sea detectable agregás algo de agua yodada eliminando así cualquier rastro que pueda dejar... Veo que conocés nuestras artes... Digamos que una vez, hubo una reina que necesitó de mis servicios. Conozco esa historia... Entonces deberías rendirte y dejar al niño. Nunca, mi amada necesita un cuerpo! exclamó feroz. Y le darás un cuerpo de niño? serás el hazme reír de todos en el reino. Benzajel quedó tieso, de tan desesperado que estaba no había pensado en eso. Inmediatamente echó una mirada sobre Teresa que seguía tendida en el piso. Muy vieja, susurró Sinclair viéndose las uñas y soplándoselas coqueteando, Benzajel se puso furioso y empezó a arrojar cosas hacia todos lados, Sinclair se cubrió detrás de la puerta del placard y le decía Eres un duende bufarrón. Y se reía de manera hiriente y descosida, eres un duende o eras un hada? y reía de manera hiriente y descosida, Benjazel seguía arrojando objetos contra la puerta del placard que Sinclair usaba de parapeto. La puerta del placard se abrió súbitamente y de adentro del mueble saltó el investigador con toda la ropa puesta al revés. Benjazel pegó un salto hacia atrás horrorizado, trató de huir por todos lados pero Sinclair lo perseguía paso a paso por cada lado que iba, cuando Benjazel se escondía entre las telas de la cortina, Sinclair se metía entre ellas y el trasgo saltaba hacia otro lugar, escapándose desesperado. Basta, basta déjame en paz, qué es lo que estás haciendo? maldito humano! Deja en paz al niño y a esta familia o te pesará maldito duende! Mi amada, quiero volver con mi amada! No mientras yo viva maldito. Benjazel se echó en un rincón y cerró sus ojos, ocultó su rostro entre sus manos y comenzó a llorar descorazonado. Basta Sinclair, por favor basta, me ha ganado, me ha vencido, tiene usted razón, dé de beber esto al niño, extendió su mano y en la palma abierta apareció una botella diminuta con un brebaje ámbar que brillaba como una estrella, déle esto de beber y déjeme ir en paz, le suplico me disculpe, no volveré a molestar a esta familia... Sinclair se acercó al niño y dio de beber el brebaje, Benjamon parpadeó un par de veces confundido y al ver al investigador tan ridículamente vestido comenzó a reír de una manera tan hermosa que su madre despertó mágicamente se abalanzó sobre él para abrazarlo y llenarlo de caricias y besos. Teresa miró con admiración y sorpresa al investigador, que se alejaba del niño para acercarse al rincón donde Benjazel yacía escondido entre sus manos llorando. Mátelo Sinclair, no deje nada de él... le gritó furiosa. Sinclair se acercó al duende y le acercó con la mano la botellita vacía, Vamos Benjazel, vamos a pensar la forma de que te reúnas con tu amada. entra y ven conmigo, juntos encontraremos la forma... te encantará mi casa, no tiene bosque pero es muy amplia. El duende desapareció y dentro de la botella una hermosa luz celeste comenzó a brillar casi fluorescentemente como una pequeña estrella la cual Sinclair guardó cerca del corazón, en el bolsillo interno de su chaqueta.

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